¿Por qué nosotros no? Acción Ciudadana por la Salud y el cambio de la Ley Española de Tabaco

TABAQUERAS POR LA TOLERANCIA

01/04/2010 HERALDO DE ARAGÓN

A través de organizaciones pantalla, las compañías tabaqueras desarrollan en España una estrategia de comunicación que pretende impedir o retrasar toda normativa que restrinja el consumo de tabaco.

En 1998, a raíz de los Juicios del Estado de Minnesota contra las grandes compañías tabaqueras fueron desclasificados por orden judicial millones de páginas de documentos internos y confidenciales. Cada página de los documentos tiene un número. Un documento que comprende desde la página 2500120637 hasta la 2500120652 explica la creación del formidable lobby que explica el retraso histórico en la legislación eficaz de prevención del tabaquismo en España. En el año 1989, la industria tabaquera realizo una encuesta en España y detecto que el 73% de la población estaba de acuerdo en que el gobierno aprobase leyes que restringieran el consumo de tabaco en espacios públicos. Se acababa de publicar el R.D. 192/88 que limitaba el consumo de tabaco en determinados lugares (escuelas, hospitales, etc.) y se estaba preparando un borrador de prohibición estricta de la publicidad y patrocinio de productos de tabaco. Ante esta situación la industria diseño un extenso plan para aumentar la “aceptabilidad social” del tabaco e impedir o retrasar las medidas reguladoras previstas (restricciones mas estrictas del uso del tabaco en lugares de trabajo y regulación de la publicidad).

La estrategia de dicho plan consistía en lograr alianzas con el sector del ocio/restauración (HORECA), con los sindicatos, con determinados, políticos, periodistas e intelectuales o personajes públicos con influencia en los estados de opinión. Evidentemente la compañía tabaquera se cuidó mucho, como dice el documento, de que en esta estrategia de comunicación apareciese su nombre. Los objetivos de este plan eran muy claros: a) Crear un cuerpo de opinión para que las autoridades fueran muy cautelosas y temerosas con las restricciones del tabaco. b) Crear un clima en el cual el fumar estuviera firmemente anclado en la sociedad a pesar de sus efectos en la salud. Los mensajes que eran muy claros y hacían referencia a “proteger la armonía social” (cuantos políticos, gestores y responsables de centros e instituciones han aludido a esto para no tomar medidas concretas y hacer cumplir las leyes vigentes como el RD 192/88 o la Ley 28/2005) y defender los derechos individuales de los fumadores a decidir por si mismos (como si fumar no fuera generalmente una conducta adictiva fuera de control).

Ante el Proyecto de Ley de 2005, la industria tabaquera multinacional tocó a rebato y movilizó todos sus recursos. Uno de sus recursos estratégicos fue Fumadores por la Tolerancia. Su misión principal: conseguir que hubiese salas para fumadores en las empresas. Se trataba de una demanda superficialmente atractiva para la que no resulta difícil encontrar aliados de buena fe.

Ante el anuncio del Ministerio de Sanidad de modificar la ley en 2010, el objetivo de Fumadores por la Tolerancia, portavoz oficioso de la industria tabacalera en España es mantener un debate ficticio sobre el derecho a fumar y la libertad de elección y confundir-distraer a la opinión publica del tabaquismo como grave problema de salud que cusa mas de 53.000 victimas anuales por tabaquismo activo y 3.200 por tabaquismo pasivo. El objetivo es retrasar, evitar o vaciar de contenido cualquier medida de control del tabaco destinada a reducir el formidable impacto en la salud y el bienestar de los ciudadanos. El objetivo que tienen ahora es conseguir que haya excepciones a la ley como permitir locales privados de fumadores o que haya zonas de fumadores en los locales públicos. Las encuestas “cautivas” de Fumadores por la Tolerancia como las difundidas en Marzo de 2010 en varias comunidades autónomas se atribuyen a Clau Consultores, empresa de publicidad y marketing que colabora habitualmente en estudios de mercado con la multinacional tabaquera BAT. Todo parece indicar que estas encuestas carecen de toda credibilidad técnica y sociológica porque sus resultados están redactados de antemano. El club de fumadores no es una organización inscrita en el registro nacional de asociaciones de consumidores ni una asociación sin ánimo de lucro ni una asociación transparente que presente sus cuentas al Ministerio del Interior como hacen la mayoría. Están registrados como una sociedad de apuestas en la sección de “peñas y casinos”, probablemente por tener una mayor opacidad fiscal en sus movimientos económicos. El club nunca se ha pronunciado sobre los riesgos del humo ambiental de tabaco para los no fumadores, ni sobre los productos químicos que se añaden a los cigarrillos en su proceso de fabricación ni sobre el poder adictivo de la nicotina.

¿Realmente le importan algo los fumadores a este club o más bien son otros intereses los que defiende? ¿Qué es este misterioso club sino una organización pantalla de la industria tabacalera? ¿Que credibilidad puede tener una asociación que oculta sus verdaderos intereses? Pero es que incluso asumiendo que los fumadores tuvieran una representación colectiva: ¿puede confiarse en que antepondrían el interés general a su necesidad privada? Difícilmente; su razonamiento argumentativo es sospechoso. Esto no supone negar su capacidad para participar en el debate, faltaría más, sino comprender su singular punto de partida: defender un hábito que casi todos ellos querrían dejar porque en su interior reconocen que son esclavos del tabaco.

Rodrigo Córdoba es portavoz del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo

 

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